« ¡París es la ciudad más bella del mundo!» Estas son las palabras que le vendrán a la mente cuando visite la plaza y la explanada del Trocadero. Ningún otro lugar de la ciudad es tan grandioso ni posee tantos ambientes diferentes.

Venga temprano por la mañana, beba un café en terraza: tendrá la sensación de que la plaza es suya. Asistirá al despertar de un París elegante y apresurado, acompañado por la salida del sol que tiñe de rojo la fachada del Palacio de Chaillot.

A la hora del almuerzo, el ajetreo de los visitantes del mundo entero que se reúnen para admirar la más hermosa vista de la capital se hace sentir. A la sombra de los plátanos, los aromas de la gastronomía francesa inundan las veredas y las terrazas de los restaurantes.

Al final de la tarde, se cruzan las familias que salen del acuario, los grupos de amigos a la entrada del Teatro de Chaillot, los turistas que disfrutan sacando sus últimas fotos de la Torre Eiffel y las parejas de enamorados que brindan con champagne tras los ventanales de las brasseries.

Y al terminar el día, no le quedará duda alguna: ¡París es la ciudad más bella del mundo!